Valores Religiosos
Son valores que se refieren a nuestras relaciones con Dios.
Fin Objetivo: Dios
Fin Subjetivo: Santidad
Actividades: Culto interno y externo, virtudes sobrenaturales
Preponderancia: Toda la persona dirigida por
la Fe.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Santo
Ciencia que lo estudio: Teología
Virtudes Cardinales
Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes
teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la
naturaleza divina. Son disposiciones estables del entendimiento y de la
voluntad que regulan nuestros actos, ordenan nuestras pasiones y guían nuestra conducta
según la razón y la fe. Las virtudes morales crecen mediante la educación,
mediante actos deliberados y con el esfuerzo perseverante. La gracia divina las
purifica y las eleva. Pueden agruparse en torno a las cuatro virtudes
cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza.
Prudencia: Dispone la razón práctica para discernir, en toda circunstancia,
nuestro verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.
Justicia: Consiste
en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es
debido.
Fortaleza: Asegura, en las
dificultades, la firmeza y la constancia en la práctica del bien.
Templanza: Modera la atracción
hacia los placeres sensibles y procura la moderación en el uso de los bienes
creados.
Virtudes Teologales
Las virtudes teologales se refieren directamente a
Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad.
Tienen como origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y
amado por Él mismo. Fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano.
Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el
alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la
vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en
las facultades del ser humano.
Fe: Por
la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la
Santa Iglesia nos propone como objeto de fe, porque Él es la verdad misma.
Esperanza: Por
la que aspiramos al Reino de los Cielos y a la vida eterna como felicidad
nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no
en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Por
la virtud de la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza
la vida eterna y las gracias para merecerla.
Caridad: Por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro
prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el “vínculo de la
perfección” y la forma de todas las virtudes.
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